domingo, 13 de febrero de 2011

DEBEMOS RECONSTRUIR LA IZQUIERDA: SI DE MANERA URGENTE (2)



Si el referente fundamental de la izquierda está quedando obsoleta, resulta imprescindible reconstruir una nueva izquierda capaz de dar respuesta a las demandas de una parte importante de la sociedad. Una izquierda que recupere la dignidad de la política y el gobierno de los ciudadanos sobre los <mercados>. Una izquierda que se sobreponga a las urgencias de las presiones, que reinvente los derechos ciudadanos, que gobierne para la sociedad y no para mantenerse en el poder.
Recuperar los criterios de solidaridad, de justicia, de redistribución, poner freno a la especulación, a la inmoralidad de los brutales excedentes empresariales (curiosa metáfora del beneficio). Una izquierda que sumerja su pensamiento y su acción en las necesidades sociales. Que se implique en la sostenibilidad y en la cohesión, que funde un nuevo tiempo de igualdad de oportunidades, que blinde a las personas frente al desarrollismo sin freno, que sea capaz de ser pulmón de un nuevo mundo que permita respirar. Y todo ello hay que realizarlo desde nuevos planteamientos, con más y mejor participación, con más transparencia, pegados al día a día y con perspectivas a medio y largo plazo. No deberían bastar las palabras hueras, no debería bastar con el carisma de líderes construidos en los laboratorios del marketing, es preciso otro tiempo en la acción y en el pensamiento.
Todo eso y más debemos exigir y, a la vez, construir en poco tiempo. Para ello es fundamental contar con el voto, las bases y los raíles de la difunta socialdemocracia. No se trata de revivirla, sino de deconstruirla hasta los tuétanos para vivificarla (o como Ave Fénix incinerarse para renacer de sus cenizas). No podemos obviar (despreciar) la capacidad de construir mayorías de gobierno, no podemos olvidar que son el germen capaz de anidar nuevos tiempos en la política. Deben ser, por tanto, portadores de esperanza y hay que obligarlos a que lo sean.
No vale una izquierda ensimismada en su radicalidad minoritaria, no sirve poseer una razón desconocida por la mayoría, no sirven discursos resistencialistas conformados con mínimas presencias parlamentarias. Los pepitos grillos sirven para los cuentos, pero no son capaces de liderar cambios de importancia.
Si la socialdemocracia <liberalizada> está dando sus últimos estertores (las próximas elecciones nos lo podrán ratificar), hay que intentar dar soporte a sus votantes, hay que plantear un nuevo discurso de gobierno, discurso que sin obviar la utopía (como meta posible) alcance a dar confianza a un amplio espectro de ciudadanos. Es preciso que nos entiendan, que nos acompañen, que nos corrijan, que nos abran a nuevos pensamientos, ideas y futuros.
Si no somos capaces de abrir las puertas, de ser receptores de los anhelos de la población, de ser creíbles, sólo seremos meros adornos, héroes de papel, incomprendidos, pero satisfechos en nuestra <verdad>. Es tiempo de mirar al futuro (y al presente), es tiempo de imaginar nuevos modos de vivir y de vivir la política (que no de vivir de ella).

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