jueves, 24 de febrero de 2011

LA IZQUIERDA QUE QUEREMOS [LA QUE QUIERO] (Y 3)



No es mal momento, cuando nos acechan nuevas elecciones, para reconsiderar que queremos de la izquierda, que queremos que nos represente. Argüía la muerte de la socialdemocracia como elemento detonador de nuevas necesidades. Pero no vale sólo asistir al velatorio, es preciso resucitar esperanzas e ilusiones. La izquierda que tendrá futuro es aquella que sea capaz de sostener viva la llama de la igualdad, de la libertad, de la solidaridad, pero que a su vez sea capaz de leer los nuevos tiempos, que se tiña de modernidad, que entienda los nuevos procesos sociales, que sepa hacer frente a la globalización económica, con una fuerte globalización social y política, que inserte la igualdad de oportunidades en su ADN, que sea capaz de convertir la individualización en germen de ideas y no en barricadas de desdén. Que sea capaz de conjugar el Yo y el Nosotros con nuevos verbos creativos y colaborativos. Que no se sienta despechada por nuevas formas de organizarse, que se abra a nuevos modelos de participación (diferentes y conflictivos en ocasiones), que abandone ortodoxias oxidadas, que genere de nuevo ilusión.
Pero debe ser una izquierda capaz de aglutinar mayorías, capaz de asumir responsabilidades, de corresponsabilizarse con unos votantes que exigen acción y no sólo opinión. Es imprescindible romper la atonía ciudadana (y la de los partidos), construir propuestas y no ser reactivos, olvidarse de las <miserias> del otro para defender los planteamientos propios. Hablar alto y claro, hablar al oído, crear complicidades, ser reconocida como uno de los nuestros. Reconocer, en definitiva, la madurez de los ciudadanos, dejar de pensar que si todos van en una dirección y nosotros en otra, los equivocados son ellos.
Yo no quiero izquierdas travestidas de radicalidad estéril, que aspiran exclusivamente a mantener su pureza salvadora. Quiero una clase política dispuesta a mancharse, a implicarse, a gobernar. Para todo ello es preciso aglutinar a diferentes, respetar y aprovechar las divergencias, creer en el pensamiento libre, sumar para ganar. Manteniendo un fuerte vínculo con los votantes, elemento garantista de la exigencia, de la evaluación y de la lealtad a lo prometido.
Hoy en Navarra vemos surgir el enésimo intento de construir una alternativa de Izquierdas (Izquierda/Ezquerra), una vez más se dispara la adrenalina de los optimistas. Hoy se suma en un contexto estatal de continuas restas y divisiones, hoy se vuelve concitar ilusión. Ahora bien ¿es ésta la izquierda que necesitamos?, el tiempo responderá, pero si se sigue con posiciones (oposiciones) minoritarias, si no se respeta (como elemento crucial) las diferentes sensibilidades existentes, si se quiere sólo buscar un nicho de resistencialismo, si el pensamiento está abocado a ser conciencia y no entidad corpórea, si no se buscan complicidades políticas, si seguimos considerando a gentes cercanas como enemigos irreconciliables, si no se abre la palabra y el espíritu, de poco servirá este nuevo esfuerzo. Sólo una izquierda con vocación de Gobierno (para todos/as) podrá cuajar a medio/largo plazo. Sólo una izquierda que racionalice la modernidad y la nutra de sentimiento y de acción podrá construir futuro.
Si conspiramos contra el enemigo íntimo, si nos creemos portadores de las esencias de no se sabe que Dios mágico, si se sigue blandiendo la biblia del nuevo testamento monocolor, si se utiliza sólo para ocupar las esquinas de la política, será otro nuevo intento baldío. Y no dejará de ser inconsecuente que quienes se han atrevido a colocarse la etiqueta tan limpia de adjetivos como IZQUIERDA fracase por no ser capaz de generosidad hacia un pensamiento que debe ser politeísta, diverso y creador.

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